Más que declaración Renta
Todos los años debemos realizar trámites que, por desconocimiento, falta de información, lejanía o simplemente porque nos abruman, se transforman en “cortometrajes de terror”, que a más de alguno de nosotros y nosotras nos han quitado alguna noche de sueño. Pues si bien uno de estos es la operación renta, lo que me gustaría poner en perspectiva es algo más profundo que la declaración de impuestos de una persona que inició actividades y tiene boletas por un monto “x” o de una empresa que, independiente de su tamaño, solicita un servicio especial en esta fecha. Lo que propongo, me parece, tiene que ver con la relación que se genera a partir de la práctica contable, es decir, el trabajo mismo que se efectúa mes a mes, día a día, lo que conocemos como la famosa relación cliente/servicio.
Esta vinculación virtuosa (o no tan virtuosa), se llena de elementos que facilitan o dificultan esta relación. Uno de estos elementos puede ser aparejado al dilema del huevo o la gallina, aplicado al costo o pago del servicio contable en el que el cliente busca abaratar costos contratando servicios “baratos” versus el/la contador/a que pone un precio bajo por sus servicios apostando a la masa de clientes, en una mala interpretación de lo que servicios como Spotify utilizan como estrategia de venta. Aquí se provoca una colisión inevitable entre el cliente que espera un buen servicio y el/la contador/ha agobiado por la acumulación de trabajo, lo que impide que pueda intervenir en el proceso contable de la empresa que lo contrata, ya que simplemente su trabajo se reduce de manera mensual a traspasar información pendiente, incompleta o inconexa para formular reportes como los balances o pagar algún impuesto.
Ahora hablemos del dilema de manera simple con un ejemplo. Si una empresa busca un servicio que se ofrece por 1.5 o 2 UF (entre 45.000 y 60.000 pesos chilenos) correspondientes a un concepto estimado de 90 horas de trabajo, el costo bruto sería entre los 500 y 666 pesos por hora. Si, un servicio profesional a ese costo impide que el mismo pueda ir más allá, por cuestiones tan básicas como el foco del trabajo, que entregue información en tiempo oportuno, la pedagogización del cliente, la concientización tributaria, entre otras. Si bien el costo del servicio no asegura la calidad del mismo, si implica mayor focalización, dedicación, capacidad de respuesta, seguimiento e interacción con el flujo de la empresa, siendo este último, un factor más que importante en el desarrollo de la relación contable.
Hasta este punto no es complejo entender que la problemática es bidireccional, tanto para contadores como para empresas (o sus dueños). Al final de la cuenta, estos son problemas que se arrastran durante todo el año y que se visibilizan en la operación renta, en el proceso mensual de declaraciones de F29, en la inmensidad de movimiento acumulados que deben ser clasificados manualmente en una tabla de excel, en las prácticas en las que los dueños de empresas mezclan sus finanzas personales con las de la empresa, el pago de multas devenido de la relación contable o la nula estrategia financiera que podría entregar el servicio y que, por tanto, podría recibir el dueño o la dueña de la empresa para tomar decisiones.
Si a esto le sumamos la poca tecnología que se involucra en el proceso, es que el cortometraje de terror se puede transformar en un largometraje, en el que como empresa exigimos sin saber lo que exigimos, y como contadores, somos exigidos en un contexto desfavorable, sin información y con la presión no de uno o dos clientes sino de la de 20, 50, 100 o más, lo que origina tomar acciones rápidas que afectan a la empresa y directamente la calidad del servicio.
En esta dirección, la tecnología se presenta como un aliado importante, pero debe ser entendido como un vehículo que ayuda a involucrarse, ya sea como empresario, o como una herramienta que facilita acciones técnico contable. Para ambos, la tecnología, genera un valor considerable a la hora de controlar, evaluar, analizar y proponer lineamientos que hagan crecer un negocio de manera saludable.
En nuestro caso, junto al equipo de Cymasuite, nos hemos enfocado en abordar este problema de manera ágil y simple mediante tecnología, dando un paso a la transformación digital, buscando generar un común denominador. Por un lado, entregar una herramienta al contador, en la que se eliminan tareas repetitivas, pudiendo enfocar su tiempo en asesorar, diseñar estrategias y controlar de mejor manera el flujo contable; y por otro, pensando en que los dueños y las dueñas de empresas tengan la posibilidad de tomar el control de su empresa para tomar decisiones de manera simple, acompañada y con una experiencia exitosa continua, que no dependa de un momento específico del año o de una habilidad técnica especial que deban desarrollar.
Eso y más es lo que creemos con el equipo, es lo que esperamos que tú sientas y que puedas probar con Cymasuite, pudiendo ayudar a que el proceso se haga más amigable para que tú y tu empresa las puedan sortear con éxito.