De libro en libro
Ya escribiamos que abril es mucho más que declaración renta, va más allá del tan bullado 4/20 o del abril ofertas mil, abril es el mes del libro. En sí, el libro se toma con propiedad el mes porque conmemoramos dos fechas trascendentales: el 2 de abril se celebra el “Día internacional del libro infantil y juvenil” y el 23 de abril el “Día internacional del libro y del derecho de autor”. La lectura se presenta con un desafío en medio de una vorágine de estímulos continuos en el que reels, cortos, Tik-tok, Instagram, influencer buscan captar la atención en el menor tiempo posible, obviando incluso vocabulario, ortografías y por sobre todo considerar campos comunes de comunicación que permitan acoger la diversidad sin sobrepasar límites que desintegran pilares sociales como el respeto a la diferencia, la propia diversidad en sus múltiples manifestaciones, Derechos fundamentales como los Derechos Humanos, el cuidado del medio ambiente y el derecho al desarrollo de las naciones (político, social, cultural, económicamente), etc. Así, tal como nos plantea el pensador tunecino Pierre Lévy, los desafíos son múltiples y los roles que evidenciamos en el proceso de transformación digital se entremezclan dando paso a comunidades imaginadas prescriptoras de nuevas formas de conocimiento transfronterizo y de relación mediadas por tecnologías las que deben ser analizadas transdisciplinariamente, en el que “para un nuevo modo de producción y acceso al conocimiento es necesario un nuevo modo de mediación”(Levy, 2017)
La situación se torna cuesta arriba si le agregamos que Chile es el país con índices más bajos de la OCDE en competencias de lectura según el Programa para la Evaluación Internacional de las Competencias de los Adultos (PIAAC, por sus siglas en inglés), con un 53,4%, datos oficiales que se contrastan con los resultados de una encuesta liderada por Smartick en el 2022, plataforma de aprendizaje virtual española que mostró a Chile con un 73% de alcance en comprensión lectora, un 41% en ortografía y 40% en gramática. No obstante, hay que considerar que esta última medida fue realizada a un poco más de 18.500 personas entre España, Perú, Colombia, México y Chile, cuestión que más allá de lo porcentual, abre un debate interesante en cuanto a cuánto comprendemos cuando leemos, y quizás cuando conversamos y nos entregan información para tomar decisiones. ¿Entendemos lo que leemos realmente?, y más profundamente ¿lo comprendemos? (Recordar que ”entender” está en un nivel cognitivo más bajo respecto al “comprender”).
Ante esto no buscamos responder con certeza, pero sí al menos generar algo de debate, y conocimiento significativo conectado con lo que hacemos en Cymasuite. En este sentido pensamos que es importante propiciar espacios de información, que para nosotros es Cymasuite, en el que usuarios, usuarias, contabilidad, asesoría y tu empresa, dialogan en un campo común de comunicación.
Libros, lectura y contabilidad.
Ahora bien, la lectura también aplica al mundo contable y al igual que la lectura tradicional, necesita ser comprendida desde una dimensión técnica-contable y técnica-financiera, así como también desde la simplicidad, ya que, la claridad de la información implica que nuestra información es correcta, por lo que no debería convertirse en un libro para expertos, sino que en un libro para todo público. Recordemos que contablemente existen libros. Los principales libros de contabilidad que debe llevar un contribuyente que se encuentra bajo el régimen de Renta Efectiva, demostrada con contabilidad completa y balance general, son: el Libro Diario, Libro Mayor y el Libro de Inventarios y Balances. Además de aquellos ligados a Recursos Humanos (RRHH) como lo son por ejemplo los libros de asistencias o libros de remuneraciones. Si bien, no son lo mismo que un libro de J.Donoso, D.Eltit, E. Chihuailaf, A.Uribe, J. Montealegre, P. Barros, H. Rivera Letelier, D. Catrileo, H. Maturana, J.Borges, M.Cervantes o J.Cortázar si no los entendemos y sus páginas no nos entregan claridad, nos enfrentaremos inevitablemente a más de una noche boca arriba.
El tiempo.
Cuando preparaba algo de material para este artículo, pensaba en lo que estaba leyendo para ver si tenía sentido relacionarla con Cymasuite y el fondo de este escrito. Ahí cayó de manera natural el libro de Carlo Rovelli El orden del tiempo del año 2017, con reediciones en el 2018 y 2021 un libro corto de 177 páginas, en la que de manera bastante seductora el autor, que es doctor en física, nos habla del tiempo desde la física moderna pero en clave filosófica, otorgando a quien va avanzado en la lectura herramientas que transmiten nostalgia de la inmensidad y lo diminuto, de lo preciso e impreciso lo que creemos entender y comprender del tiempo, su funcionamiento y cómo repercute.
El orden del tiempo conecta con lo que estamos haciendo desde la perspectiva de la conciencia o inconsciencia respecto al tiempo que transcurre para un algo, ya sea para entender cómo funciona un reloj sobre el nivel del mar v/s a nivel del mar, cómo envejece una persona en la cordillera v/s en la ciudad o, tener información que permite proyectar utilidades v/s no tenerla. Para todos los casos es distinto, es preciso señalar que el tiempo no transcurre de la misma manera.
Si extrapolamos la idea del tiempo aplicada al caso de una empresa, es posible sostener la obviedad de que es distinto tener información a tiempo a no tenerla, obviedad que es un poco más profunda si seguimos la extrapolación. Lo anterior, básicamente, porque si la información no está a tiempo, no sirve, y si no está, simplemente no existe, por lo que la relación información-tiempo no funciona si el tiempo no lo permite. Este último punto, y siguiendo la idea del tiempo un poco travalenguístico que me atrevo a plantear, Cymasuite lo resuelve de manera “simple”, y es que tu información esté, es decir exista, y que esté a tiempo para que sirva. Para el que está leyendo, y que tal vez se ha encontrado con la situación de no tener la información a tiempo, de no acceder a su balance a tiempo para solicitar un crédito sea cual sea la circunstancia, realizar una gestión financiera o no tener los números de ventas del negocio para levantar capital, entenderá que la solución “simple” que comenté Cymasuite resuelve, se transforma en algo complejo desde lo práctico y más profundo que intento explicar. Si no lo tienes a tiempo, no hay crédito, no hay capital, por lo que si no tienes esa información lo demás no ocurrirá, finalmente no existirá.
Saliendo de este cruce tiempo-información, obviedad-profundidad, simple-complejo y volviendo al principio, tampoco sirve que la información exista y esté a tiempo si no somos capaces de leerla de manera que nos permita promover acciones que tiendan a hacer crecer nuestros negocios, a ordenarlos y a controlarlos, por lo que debemos desarrollar el hábito de la lectura continua del libro más importante: el estado de salud de nuestra empresa, siempre mirando la historia/pasado (registros) para poder proyectar el futuro (utilidades, obligaciones, ventas, cobros, etc), ya que, ambas dimensiones pasado-futuro son lo que desde la perspectiva del tiempo las dimensiones que existen realmente. Pero, eso ya es campo de estudio de la física moderna, filosofía e incluso del libro que resalté en este apartado y que, por supuesto, les invito a leer.